Reconocer el paso del tiempo
- María Camila Pulido V
- 6 oct 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 oct 2023

Estoy sumergida en el mundo sin estar inmersa en él. Yo paso por las calles mirando de reojo todo lo que nadie se percata. En silencio y a mi ritmo voy con mi flow místico, manos en los bolsillos y la capota puesta. Sigo caminando y aunque en movimiento, el tiempo se para por momentos y lo agarro, lo aprecio inhalando profundo. El mundo es así. Gira y sigue rodando y no para por nadie, por nada. Por eso yo también, sigo andando, pisando el borde del planeta, el filo de las montañas, cantando con mi pulmón, regando la semilla que aún sigue en germinación. La vida es un proceso que no se puede adelantar, pero se puede disfrutar y admirar. Por eso me extraigo de lo mínimo, de lo superfluo, que es paradójicamente lo abundante a simple vista. Me extraigo no para envolverme en una crisálida o huir de lo que es, sino para vivir lo que vale sentir. Lo que nutre esa visión que me guía y me muestra la magia detrás de todo; el brillo de los colores, la brisa empujándome a la aventura, abrigada por el cálido del sol y la risa del río, los árboles bailan conmigo y revolotean pájaros persiguiéndose y jugando en infinita dicha. Yo estoy ahí con ellos, más en la tierra que en fango, más en el espacio que en las nubes. Recordando otros mundos, riéndome conmigo en mis adentros porque alrededor todos los ceños van fruncidos y a veces aún no lo entiende mi inocencia. En paciente soledad hago mi parte de disfrutar la arena, las gotas saladas en mi piel, mi sonrisa, mis ojos entrecerrados con mirada lejana al horizonte interminable y ese suspiro que se va, se lo lleva el viento, al futuro donde esos sueños que imagino y siento reales, me alcanzarán de golpe un día y entonces ante mis ojos, lo que he logrado, más que cumplirlos, ha sido saber reconocerlos.









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