Recorrido

De templo en templo mi cuerpo se va reconociendo entre lo intangible. Lo que hiende entre lo surreal etérico y este cuerpo de huesos sostenido por Vaiu. Las energías celestiales cambian de nombre en el este y oeste y la época cambia mi ADN. Júpiter se expande en mí implosionando en cuestiones de materia incomprendida. Tránsitos siderales que impactan mi fragilidad, mostrándome lo efímero del aliento. Descalza voy activando mis pulmones; rozándolos con piedras que me reaniman células. El tridente apunta a la luna creciente y el río nace de la cabeza. Las constelaciones crean formas que se reflejan en la tierra donde nuestros ojos están pero no llegan. Inmersos somos el océano ciego, tocando el todo, siendo nada. Recorriendo lo trazado en forma de nieve, a veces de neblina y a veces en cascada. El azul del Ser es fuente inagotable. La vida se refleja a lo lejos como una bola de fuego; da vida a la tierra y alimenta. Seremos valijas de sueños suprimidos o dioses creadores de realidades. Seremos ciegos borregos, o músculos nobles rendidos ante la grandeza. Se bebe del turquesa. Mis entrañas retumban y el tránsito surge del vientre. Los cristales tiemblan debajo de la tierra, avisando la venida de una nueva era.