Desierto
- María Camila Pulido V
- 12 oct 2023
- 1 Min. de lectura

Quería comerme la ciudad sin darme cuenta que ella ya me estaba devorando. Un pulpo abrazando a su presa. Lenta asfixia que va alejando los sonidos, desaparecen uno por uno, veo doble, triple, miles de ojos rodeándome. Me aplastan y me succionan tentáculos hambrientos viscosos que babean. No me inmuto, no hay pelea ni defensa. El que enreda se hunde en su laberinto de miseria. Cree alimentarse pero en realidad se envenena. Que me trague, pienso. La enfermedad lo hará regurgitar, quema como ácido y yo intocable, saldré con alas enormes exhalando llamas como dragón. Se expide la carencia de miedo.
Luego, inmersa en las calles, cuando me sintió suave y gentil, me dio un fruto dulce y me llevó a otro planeta desierto. Dunas y cristales afilados donde la luna dejó ver su otra cara y yo le mostré la otra mía también. Suspiramos juntas de la dicha de sentirnos lejos, lejos de todo, en medio de la nada, suspendidas en el tiempo, entregadas a la vía infinita de las galaxias que otros habitan y sentí la reliquia de su suelo, hoy pobre y olvidado, lleno de misterios dorados, empinados hacia el cielo, hacia donde todo parece apuntar.










Comentarios