Juguete
- María Camila Pulido V
- 6 oct 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 oct 2023

Yo no sé en qué roles jugamos todos. Si es lo que queremos ser o lo que otro loco nos dijo. Algún nuevo barbudo o algún otro con traje. Siento una identidad forzada; el molde de un personaje diseñado. Cada fichita de características rotas y con similitudes; unas vienen incluidas y otras se adquieren. Somos lo aceptado para la innovación, la visión de un futuro mejor, lo permitido en el marco de lo relativo. Encajas en un mundo de títulos, de hechos, algo como sin fondo, como sin cimientos, tal vez yo vivo ahí en este momento. No sé si sienten conmigo, si solo yo existo sufriendo por el mundo sin propaganda alguna que haga notar mi desdicha, más que la que me pueda hacer yo misma, yo sola: desgarrarme esta piel y rugir, agarrar con colmillos y garras la vida, mi vida y hacerla mía. Sin propaganda alguna más que mi voz a cuerda limpia y mi cuero desnudo destellando reflejos, intentando ser el sol y la luna al tiempo. Tan repetitivo el recorrido y todas las palabras esperando en los libros, a ver si ojos nuevos prestan atención. El camino a la verdad se muestra, se pavonea y cada día me susurra una nueva respuesta; cuando empiezo a respirar, disfruto el momento mientras viene la siguiente, y llega. Si no me preocupo.
Somos muñequitos de caricatura, nos pintaron personalidades mientras comíamos cereales. Salir de la caja es entrar en otra transmisión, transformación, tergiversación. Salvar el planeta, un activista, un animalista, un empresario moderno. Renegados, rotos de la sociedad, hambrientos del estatus y el poder. Actúan siendo elocuentes y educados pero su aparato averiado los lleva a cualquier lado. Yo personalmente estoy modificada genéticamente, no soy de acá, ni de oriente, soy del todo o nada, por eso no me conformo, salgo del lodo y conecto con mi galaxia, para estar balanceada, conectada de pies a cien. No quieras clasificarme, no vas a moldearme, hay un plot twist en mi historia, y si las cadenas se han reventado antes, es porque todo se derrite ante este fuego que llevo, que llevas. No nací para estar muerta, mi ciclo se completa cuando amarme sea lo mínimo para alcanzar una meta. Que los míos, perdidos amoríos, me muestran tanto, que ahí voy cambiando, transmutando.
¿Qué hacer con tanto? La abundancia se rebosa y me inunda, más bien yo me hundo en ella, es una bola de nieve, ojalá te pegue. Querer retribuir tanto, siempre será más visible en los planos sutiles, porque brilla esa esmeralda incrustada en el pecho y en la densidad no se ve; la carne es ciega y solo juega.
Sobrados. No les supieron mostrar con vulnerabilidad lo bello de la humildad. No se culpa la ignorancia, pero la hipocresía es veneno inyectado. Me domina la droga de la contradicción. Una cosa es aceptar cada situación y otra es lanzarme de cabeza a la repetición. Soberbia en mi cara cuando no entendía qué la vida valía, me topé con desdén y lo recordé.
Soy de plástico en una caja de cartón, me poso en estanterías con miles en producción. Veo ojos brillantes desfilar ante mí, babean y se sacan los mocos. Tal vez algún día estén como yo, encerrados, donde puedan pertenecer a la fila 2, estante 54, y toda una hilera sintiéndose igual de especial. Me dijeron que esto me iba a gustar. Me enferma la sociedad. Si te guardé la mirada, no voy a vacilar, que esa adrenalina en la panza es lo que me anima a ir más allá, que me hables serio y a los ojos, con las pelotas en el cuello y el ombligo adentro; te aprecio, te aprecio en mi vida. Si me sigo preguntando si estoy despierta o soñando, perdí la noción de la realidad y no sé en cuál línea de tiempo estar. Es más absurda esta realidad degollada y virtual que la armonía de un cuadro de Salvador. Luces infinitas de información apilada, silencio en los pasillos y las constelaciones sintiéndose infinitas.









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